lunes, 4 de junio de 2012

Ahorrar en sanidad

Tengo una amiga, trabajadora de una empresa privada especializada en instalación de sistemas de gestión en administraciones públicas que trabajó dirigiendo un proyecto de este tipo en un hospital público. 

Nada más empezar el trabajo ya me comentó alarmada el despilfarro que ella veía y que, a su juicio, nadie hacía nada para evitar tanto gasto inútil.

En ese hospital, mi amiga dió con una enfermera con iniciativa y muchas ganas de mejorar la gestión. Conectaron y conversaron mucho durante el tiempo que duró el proyecto.

Esta enfermera, ante las quejas de mi amiga, le propuso que intentaran mejorar algún aspecto. Ahí ya, mi amiga, tuvo problemas para elegir uno. A pesar de eso, localizó uno muy claro. Algunas auxiliares, al comenzar el turno, estuvieran los goteros de los pacientes de la planta como estuvieran, los desechaban y los reemplazaban por unos nuevos. A todas luces era un despilfarro de material farmaceútico.

Algunas auxiliares a las que les comentaron esta práctica dijeron que lo hacían así porque lo habían visto hacer. Pero otras, les fueron explicando por qué lo hacían. La más veterana era la que mejor lo explicó. El gotero puede terminarse en cualquier momento y, si ellas no están pendientes, el paciente se queda sin medicación. A veces, no es vital, pero otras veces es crucial para mantener estable al paciente. Cambiándolo al principio de su jornada ya tienen la garantía de que no se terminará durante el turno. Y es que, también, el que se acabe el gotero y no se reemplace causa al paciente y a sus familiares sensación de caos, abandono y desasistencia.

Mi amiga, como buena informática, les dijo que, a la vez que se registraba que se había prescrito el gotero, se podía registrar a qué hora se había aplicado y que el propio programa calculara cuándo iba a terminarse y que les avisara. Ya acordaron que fuera con un margen porque podría avisar cuando estuvieran atendiendo una parada o realizando curas, etc...

Pero la auxiliar veterana puntualizó que, si había que cambiarlo mientras servían las comidas, por ejemplo, si interrumpían el reparto de comidas para ir a cambiar el gotero o bien, retrasaba la recogida y devolución de las comidas a cocina y, por tanto, afectaba a cocina y, posiblemente, a la atención de la planta (las auxiliares estarían más tiempo ocupadas con esto) o bien, al paciente, aunque le habían servido más tarde, le recogían a la misma hora. Es decir, empeoraban la calidad de vida del paciente haciéndole comer más rápido.


Fuente http://juliozarco.com

Mi amiga seguía en modo informático y les decía que, entonces, el programa lanzaría los avisos teniendo en cuenta el margen de las comidas.

Pero entonces también había que tener el cuenta las mediciones de tensión, los cambios de lencería, la limpieza de habitaciones, ... y, todo eso, sin entrar en las particularidades de cada planta (por ejemplo, en las plantas de maternidad hay un tiempo para consultar sobre la lactancia,...)

Después de seguir dándole vueltas llegaron a la conclusión de que lo mejor para pacientes, servicio y asistencia era realizar el reemplazo de goteros al comienzo de turno. Pero mi amiga y, ahora, la enfermera y, también, la auxiliar en lo que ahora estaban de acuerdo es que, si se pudiera reducir la cantidad de goteros desechados, sin aumentar el coste, podría reducirse el gasto.

Hacerlos para durar justo las ocho horas del turno tampoco era buena idea. Unos turnos duran ocho horas y, otros diez. Además, podían empezar el turno con una parada cardiaca u otra intervención urgente y no tener tiempo de cambiarlos. Mejor que duraran algo más. Otra idea era que los goteros duraran, al menos, 24 horas. Pero ya se les escapaba si sería rentable o no ese tamaño. Si aumentaría el coste o si se seguiría desperdiciando tanto suero. Y, además, no podían avanzar sin consultar a los proveedores.

Pero, ahora, mi amiga ya no tiene tan claro lo del despilfarro. Ahora ya sabe que hay gastos que si, se reducen, significa reducir atención sanitaria. A veces sin demasiado impacto y, otras, con riesgo vital. Dice que tiene muy claro es que, para ajustar gastos, hace falta tiempo, dedicación y estudiarlo hablando con los agentes implicados.

6 comentarios:

  1. Hay un dicho en el entorno hospitalario (público) que dice: "Te resolverá mucho más cualquier celador veterano que un gerente poderoso"

    La experiencia es un grado (también aquí) y la gestión del cambio es mucho más compleja que lo que aparenta a primera vista.

    El post da para extraer muchas consecuencias. Enhorabuena.

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  2. El día que el gerente poderoso se siente a hablar con el celador veterano con ánimo de aprender se habrá dado el primer paso para gestionar ese cambio a veces tan necesario.

    Gracias por pasarte por aquí Juanjo ;-)

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  3. Gracias Juanjo y gracias Marta.

    Para mí ha sido toda una experiencia porque también he ido viendo la evolución, me iba contando y yo misma iba opinando.

    Me ha obligado a reflexionar mucho: pequeños ahorros que pueden causar grandes gastos (retrasar la entrega y devolución de comidas afecta al funcionamiento de la planta, al servicio de cocina, ...)

    También el tener en cuenta la percepción del paciente como parte del servicio. Un paciente enfadado al que se le haya acabado el suero, aunque el personal lo valore como poco relevate, sólo con las quejas verbales retrasa la gestión de la planta, impacta negativamente sobre el ánimo del personal,... Todo esto se puede extrapolar a cualquier ciudadano usuario de la administración.

    También cómo pequeñas soluciones que se integran en nuestro día a día, con el tiempo nadie, o pocos, saben por qué se hace y, lo que es peor, no todo el personal implicado la aplica.

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  4. En estos momentos de crisis se demandan medidas de ahorro, el buen funcionario piensa y propone porque asume su obligación y sus deseos de ayudar. La mayoría de las propuestas pueden ser el chocolate del loro de lo que supone el gasto público pero tienen su fuerza moral y su ejemplaridad ante los demás compañeros y la ciudadanía. Hasta aquí todo muy bien y creo que debemos esforzarnos en colaborar.

    El problema es que estas medidas también tienen sus inconvenientes, que degraden el servicio al aplicarlas, que salga caro ponerlas el práctica (asesores, contratas, horas de trabajo) pero sobre todo a mí hay una sensación que me queda en el cuerpo que me causa auténtico pánico. El fundamento es que en cierta medida con esa práctica damos veracidad a afirmaciones totalmente falsas y que dan un juego político a los sectores que culpan de la crisis al sector público y que por tanto su reducción, los recortes y su privatización son solución a los problemas. Seguramente no en muchas administraciones apenas se despilfarra, lo que se despilfarra nada tiene que ver con la crisis ocasionada ni el posible ahorro va a contribuir en solucionar los problemas que son de una dimensión astronómica comparativamente.

    Por tanto pienso que las ideas y el ahorro deben ir acompañadas de una información y un análisis crítico mucho más global que centrarnos en nosotros mismos y que incluya otros sectores empresariales y económicos, además de los servicios públicos.

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  5. Soy enfermera y me extraña muchísimo que en algún hospital (me da igual público o privado) se tiren todos los goteros y se preparen unos nuevos al comenzar el turno. Nunca había oido algo similar, que barbaridad!

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  6. Esta historia me gusta mucho porque la he ido viviendo en sus etapas (las quejas, las iniciativas, las propuestas, ... todo esto en unos cuatro meses).

    No sé si la historia de los goteros es de una planta en concreto (desde la que estaban instalando y probando el sistema) o de varias o de todas. Pero, si quieres, me entero y, en privado, te lo cuento.

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