lunes, 11 de junio de 2012

Días para recargar pilas. ¿Off topic?

Hay días en que es difícil hablar de cómo mejorar la administración. La visión de un aluvión de recortes indiscriminados que dejarán a los empleados públicos bregando por mantener algo del servicio que, hasta ahora, prestaban no anima mucho.

Pero, sorprendentemente, siempre hay razones para alegrarse y encontrar referencias. Por ejemplo, este empleado de la limpieza que saca unos segundos al día para alegrar y motivar a unos niños en el colegio. ¿Acabaremos contratándole para poder llegar al final del día en nuestro trabajo?


Y ahora ya, que estáis con ganas, os recomiendo este post del pediatra Jesús Martínez (@jmartinezal) haciendo un alegato al empoderamiento.

lunes, 4 de junio de 2012

Ahorrar en sanidad

Tengo una amiga, trabajadora de una empresa privada especializada en instalación de sistemas de gestión en administraciones públicas que trabajó dirigiendo un proyecto de este tipo en un hospital público. 

Nada más empezar el trabajo ya me comentó alarmada el despilfarro que ella veía y que, a su juicio, nadie hacía nada para evitar tanto gasto inútil.

En ese hospital, mi amiga dió con una enfermera con iniciativa y muchas ganas de mejorar la gestión. Conectaron y conversaron mucho durante el tiempo que duró el proyecto.

Esta enfermera, ante las quejas de mi amiga, le propuso que intentaran mejorar algún aspecto. Ahí ya, mi amiga, tuvo problemas para elegir uno. A pesar de eso, localizó uno muy claro. Algunas auxiliares, al comenzar el turno, estuvieran los goteros de los pacientes de la planta como estuvieran, los desechaban y los reemplazaban por unos nuevos. A todas luces era un despilfarro de material farmaceútico.

Algunas auxiliares a las que les comentaron esta práctica dijeron que lo hacían así porque lo habían visto hacer. Pero otras, les fueron explicando por qué lo hacían. La más veterana era la que mejor lo explicó. El gotero puede terminarse en cualquier momento y, si ellas no están pendientes, el paciente se queda sin medicación. A veces, no es vital, pero otras veces es crucial para mantener estable al paciente. Cambiándolo al principio de su jornada ya tienen la garantía de que no se terminará durante el turno. Y es que, también, el que se acabe el gotero y no se reemplace causa al paciente y a sus familiares sensación de caos, abandono y desasistencia.

Mi amiga, como buena informática, les dijo que, a la vez que se registraba que se había prescrito el gotero, se podía registrar a qué hora se había aplicado y que el propio programa calculara cuándo iba a terminarse y que les avisara. Ya acordaron que fuera con un margen porque podría avisar cuando estuvieran atendiendo una parada o realizando curas, etc...

Pero la auxiliar veterana puntualizó que, si había que cambiarlo mientras servían las comidas, por ejemplo, si interrumpían el reparto de comidas para ir a cambiar el gotero o bien, retrasaba la recogida y devolución de las comidas a cocina y, por tanto, afectaba a cocina y, posiblemente, a la atención de la planta (las auxiliares estarían más tiempo ocupadas con esto) o bien, al paciente, aunque le habían servido más tarde, le recogían a la misma hora. Es decir, empeoraban la calidad de vida del paciente haciéndole comer más rápido.


Fuente http://juliozarco.com

Mi amiga seguía en modo informático y les decía que, entonces, el programa lanzaría los avisos teniendo en cuenta el margen de las comidas.

Pero entonces también había que tener el cuenta las mediciones de tensión, los cambios de lencería, la limpieza de habitaciones, ... y, todo eso, sin entrar en las particularidades de cada planta (por ejemplo, en las plantas de maternidad hay un tiempo para consultar sobre la lactancia,...)

Después de seguir dándole vueltas llegaron a la conclusión de que lo mejor para pacientes, servicio y asistencia era realizar el reemplazo de goteros al comienzo de turno. Pero mi amiga y, ahora, la enfermera y, también, la auxiliar en lo que ahora estaban de acuerdo es que, si se pudiera reducir la cantidad de goteros desechados, sin aumentar el coste, podría reducirse el gasto.

Hacerlos para durar justo las ocho horas del turno tampoco era buena idea. Unos turnos duran ocho horas y, otros diez. Además, podían empezar el turno con una parada cardiaca u otra intervención urgente y no tener tiempo de cambiarlos. Mejor que duraran algo más. Otra idea era que los goteros duraran, al menos, 24 horas. Pero ya se les escapaba si sería rentable o no ese tamaño. Si aumentaría el coste o si se seguiría desperdiciando tanto suero. Y, además, no podían avanzar sin consultar a los proveedores.

Pero, ahora, mi amiga ya no tiene tan claro lo del despilfarro. Ahora ya sabe que hay gastos que si, se reducen, significa reducir atención sanitaria. A veces sin demasiado impacto y, otras, con riesgo vital. Dice que tiene muy claro es que, para ajustar gastos, hace falta tiempo, dedicación y estudiarlo hablando con los agentes implicados.